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Mostrando entradas de mayo, 2020

Desigualdad y justicia. ¿Puede ser moral vivir con altas tasas de desigualdad?

   En los artículos anteriores de esta serie hemos podido responder a varias preguntas sobre la dimensión realista de la desigualdad, tales como su necesidad para lograr escapar de la pobreza y el que, en las economías de la abundancia actuales, vemos que la misma lleva reduciéndose de forma notable desde la década de los 70.    Sin embargo, una dimensión importante del debate es la temporal, y hay muchos que sostienen que si bien en el pasado pudo ser justificable, ya no lo es: si pudo ser ética en su día para lograr escapar de la pobreza aceptar grandes niveles de desigualdad, ya no lo es.    La visión utilitarista de la ética de la desigualdad pierde gran parte de su ímpetu ahora y, por fin, y especialmente en las economías más ricas del planeta, podemos entrar de lleno en el debate ético sobre la misma.    Contrariamente a lo que suele defenderse desde la izquierda, la ética es un lujo que nos podemos permitir cuando la necesidad no nos atenaza. Tal y como han defendido autores

Más allá del vacío debate ideológico sobre la desigualdad: ¿qué nos dicen los mejores científicos sobre las ventajas e inconvenientes de la desigualdad?

   Como pudimos ver en el anterior artículo, existen muchos argumentos a favor y en contra de permitir grados elevados de desigualdad y no todos tenían el mismo valor: en un tema tan serio como este, los argumentos sensibleros deberían quedar al margen del debate y abordarlo con el mayor rigor científico.    Precisamente eso es lo que han intentado hacer grandes politólogos y economistas, pues es menester conocer las consecuencias prácticas de una desigualdad importante y por qué ocurre que, de forma irónica, son los países que abrazan el liberalismo y la resolución de conflictos que ella propugna -como la negociación y el mutuo reconocimiento como personas con dignidad- las que han permitido llegar a sociedades muchísimo más igualitarias que los países que se declaran abiertamente socialistas.    Sin embargo, y para no dejar para más adelante la respuesta a la pregunta que el lector seguramente ya se ha hecho- si el liberalismo fomenta la igualdad de algún modo, ¿por qué en USA exis

A vueltas con el debate sobre la desigualdad: ¿es o no un peligro tener altas tasas de desigualdad?

  Pocas dudas pueden caber sobre la importancia del debate sobre la desigualdad: es muy difícil encontrar a alguien de izquierda que no esté deseando entrar en él mientras que, a los que son de derechas, rara vez les gusta debatir sobre el mismo. Y es comprensible que sea así, pues este tema es de esos que sirven tanto para hacer populismo por parte de unos como para enmascarar que, a otros, poco les importa que el destino de los más necesitados sea lúgubre.    Sin embargo, y vaya la conclusión por delante del desarrollo argumentativo, ambos mienten. Ni a la izquierda le importa la desigualdad en realidad, ni a la derecha le preocupan los pobres. Ambos agotan toda su retórica en el discurso sin ofrecer salidas razonables - ni diagnósticos- al supuesto problema.    Y es que lo primero que habría que preguntarse es de qué hablamos cuando mencionamos la desigualdad, ¿acaso nuestra individualidad no nos hace ya desiguales por naturaleza?  UN DEBATE EN MANOS DE PSEUDOINTELECTUALES.

Las relaciones mundiales de poder con el COVID-19 como trasfondo: ¿Logrará China sortear la crisis de credibilidad y superar a USA como primera potencia en el medio plazo?

  El estallido de la pandemia mundial de COVID-19 en Wuhan ha puesto patas arribas el panorama internacional y se ha hecho complejo vaticinar qué puede pasar a medio plazo con las dinámicas de poder que tienen lugar en ellas.    De hecho, y por muy irónico que pueda llegar a parecer, no están muy equivocados los teóricos de la conspiración sobre quién puede ser el gran perjudicado de su difusión planetaria, llegando a especular que este virus ha sido liberado por aquellos países con los que China compite, con la intención de lesionar los intereses chinos -pueden haber acertado sobre quién es el potencial perdedor de este fenómeno, no sobre que el mismo haya sido intencionado. Y mucha menos razón parecen tener aquellos que afirman que ha sido la misma China la que ha liberado el virus con la intención de sacudir la posición de superpotencia de USA-. Esto último parece estar muy lejos de tener fundamento con la información de la que disponemos hoy, pues si hay algo fuera de discusi