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¿Cómo ha llegado la izquierda a ser tan penosa como lo es en la actualidad? (VIII)


            EL MARXISMO.




    Marx y Engels han sido los dos intelectuales que más han marcado el camino de la izquierda, y los únicos cuya influencia ha logrado superar, una tras otra, todas las siguientes generaciones de teóricos que, como mucho, se han atrevido a hacer reformulaciones de sus ideas, pero no a desafiar el núcleo de las mismas.
     Esta huella indeleble en la historia de las ideas económico-políticas es el motivo por el que han corrido ríos de tinta tanto a su favor como en su contra, tanto por parte de aquellos que sienten filias como fobias por su obra. Por nuestra parte, y pese a ser liberales y, por ende, detractores de buena parte de su pensamiento, no pretendemos con esta seria de artículos sumarnos al linchamiento de sus ideas, sino hacer justicia a las mismas dentro de los límites que nuestra serie nos impone (¿ cómo ha llegado la izquierda a ser tan penosa como lo es en la actualidad?) y, para ello, debemos reconocer por igual sus méritos (que son muchos) y sus deméritos (que son más que los anteriores).
     Sumado a esta advertencia, queremos hacer otra: habida cuenta de que el pensamiento de uno y otro era casi idéntico, y que pese a ser el supuesto cerebro Marx y el escribano Engels, nosotros no vamos a entrar a diferenciar a ambos salvo en algún momento en el que el rigor de la información nos lo exija, de tal modo que cuando escribamos de Marx en singular, para economizar el lenguaje, hablaremos de Marx y Engels en el contexto de su pensamiento.






       LA GÉNESIS DEL PROBLEMA.


     Los malos críticos de Marx pasan por el alto el análisis del contexto histórico en el que nacieron sus ideas para, aprovechando que vivimos en el momento histórico en el que existe más riqueza y más bienestar de la historia, hacer un linchamiento desde los méritos indudables de las sociedades postindustriales.
     No obstante, Marx formula sus ideas ante los usos y abusos que el recién nacido capitalismo industrial (no hay que confundir "capitalismo industrial", que nos indica de qué manera se producen los bienes con "economía de libre mercado", que es aquella que nos indica cómo se intercambian estos) y la Primera Revolución Industrial (aunque vio también los inicios de la Segunda) llevaron a cabo. Las mismas malas condiciones de los obreros que apuntamos en el artículo de Owen las pudo ver Marx, pero no solo eso: Marx pudo observar como los grandes terratenientes prusianos controlaban la Dieta y, con ello, armados con el poder político, pretendían impedir cualquier tipo de cambio que les restara poder y capacidad económica.


     Ante tal hecho, es comprensible que Marx se revelara, pues el poder económico colmaba al político con la intención de mantener sus intereses gremiales intactos y generar, por lo tanto, una sociedad sin movilidad social y que mantuviera en las mismas manos los factores de producción.
     Según Marx, la posesión de los factores de producción diferencia a las dos grandes clases que, a lo largo de la historia y de sus diferentes formas de producción, llegaron hasta ese momento y seguirían existiendo hasta la llegada de la utopía comunista. De tal manera que la lucha de los capitalistas y los obreros (entendiendo esto como la clase no propietaria de los medios de producción) era el motor de la historia (aunque solo se convierten, en términos estrictos, el lucha entre burguesía y proletariado con la llegada del capitalismo industrial).
     Marx va a tomar la tríada dialéctica de Hegel para justificar su concepción, pero cambiando algunos elementos sustanciales: según Hegel, la historia avanza por un sistema de tres fases: tesis-antítesis-síntesis. La tesis es aquello que se sostiene en este momento como poder o creencia dominante. A ella, y con el propio devenir humano, se opondrá una antítesis que aglutina a aquellos que muestran los errores de la tesis y que van acumulando poder y, finalmente, se fusionan con los anteriores superando sus contradicciones en la síntesis.


     Sin embargo, Hegel pensaba que este movimiento era eterno, pues el Espíritu (que algunos traducen discutiblemente como Dios, cuando en su concepción parece estar más cerca de ser una fuerza que actúa como motor de la historia que de una deidad de corte judeocristiano) se materializa en una nación (en esa época,según Hegel, lo hacía en Prusia) que manifiesta como tesis el poder de su tiempo y que, una vez que lo pierda, nunca lo volverá a poseer.

     Marx toma esta idea de Hegel pero, al ser ateo y querer centrarse en el materialismo, (materialismo dialéctico) saca al Espíritu de la ecuación y lo sustancia en la lucha de poderosos contra débiles. Esto tiene especial sentido si compartimos con Marx su acertada visión de la vida del hombre en el mundo: vivimos en un ambiente hostil, en el que nuestro papel primitivo en naturaleza era ser victimas de otras bestias más fuertes, como los animales salvajes. Pero como la historia no es un fotograma estático y el hombre goza de facultades únicas en el reino animal, las irá aprovechando para someter a la naturaleza en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de su existencia, siendo entre ellas las materiales las de primer orden.
     Esto no quiere decir que Marx rechace la importancia de las relaciones afectivas o espirituales, al contrario; pero todas ellas están condicionadas por la necesidad de satisfacer nuestras necesidades materiales (comer,vestirse,construir refugios en forma de casas,etc.) y que harán que las relaciones de ese otro tipo se articulen de una manera u otra.
     Hoy en día, ningún científico social duda de lo acertado de tal primer paso en la construcción intelectual de Marx, pudiendo comprobar que los amigos que tenemos, nuestra arquitectura o nuestras relaciones amorosas (es decir, tanto la esfera material como la personal) están condicionadas por la relación de las formas de producción, de tal modo que debemos entender que nuestro libre albedrío es tal dentro de unas condiciones previas que no elegimos ni tenemos capacidad real de cambiar (esto está elegantemente descrito en las obras de pensadores tan poco sospechosos de ser marxistas, ni siquiera rojos, como Durkheim o Heidegger).
     Y esto ha tenido correlato a lo largo de la historia, dando explicación de por qué el poder político y social se ha podido estructurar de tal o cual manera a lo largo de los siglos y milenios. También, a lo largo de los mismos, el poder político ha tendido a organizarse de tal modo que proteja los intereses de los que poseen los medios de producción, y su último estadio y forma de dominación es el Estado moderno (también llamado por Marx Estado burgués).
     Sin embargo, y antes de entrar en esto, quisiera hacer un breve paréntesis para hacer notar una diferencia de grado entre Aristóteles y Marx que tendrá definitivas consecuencias en sus escritos: según Aristóteles el hombre es un ser político, y solo gracias a esa capacidad el ser humano ha logrado pasar de ser uno de los seres menos aptos fisiológicamente para la vida en naturaleza a encabezar la pirámide alimenticia: es nuestra organización como Zoon Politikon la que nos ha llevado a crear un acerbo de herramientas útiles para someter a la naturaleza y postrarla a nuestros pies. Esto, que parece evidente, no lo es para Marx: la unión de seres humanos no se debe a la capacidad política (que él no niega), sino a la necesidad. Dicho más claramente, mientras Aristóteles pensaba que es nuestra naturaleza la que nos impulsa a vivir en comunidades políticas, Marx pensaba que solo lo era por la necesidad y, por lo tanto, la existencia de las comunidades políticas es solo comprensible como herramienta de dominación que hace perder a los hombres la perspectiva de la verdadera lucha a la que se enfrentan (la de clases, cuya diferencia estará entre aquellos que tienen la propiedad de la materia y quienes no). Es por esto que la política es, para Marx, uno de los grandes enemigos a derrotar, y en su utopía comunista no habría lugar para la política. Ya volveremos a esto más adelante.

     Retomando la idea más determinista de Marx (evolución de la historia hacia el Estado como forma de dominación burguesa), que considera que el Estado no es más que el último estadio de control de la última de las clases dominantes antes de ser destruida (la burguesía) , Marx considera que esta es necesario para cumplir una necesidad y, posteriormente,debe ser aniquilada. Veamos esto: Marx cree que uno de los grandes problemas a los que el hombre se ha enfrentado a lo largo de la historia es la creación de la tecnología necesaria que haga posible la acumulación de bienes que permita la vida en abundancia de los seres humanos. En las sociedades autárquicas del pasado, nada de eso era posible por mantener una producción de exclusiva subsistencia. Sin embargo, según va evolucionando esta se van generando excedentes que resultan en acumulación de los mismos y va haciendo que la clase dominante lo sea cada vez más, mientras más depauperada va quedando la clase asalariada.
     De este modo, y en este último instante de dominación de clases que representa el Estado burgués, el capitalismo industrial es capaz de crear grandes cantidades de bienes por la mecanización de procesos que aumentan la productividad y van haciendo menos necesario al obrero. Es decir, según este proceso se acentúe y vaya llegando a su culmen en todos los ámbitos (no solo el industrial, sino el agrícola, cuyo impacto fue inmenso y dejó en la indigencia, como muy bien ha apuntado Weber, a múltiples pequeños propietarios de tierras que no pudieron competir con los grandes latifundistas y sus máquinas a la hora de producir a un menor precio) y generando una clase burguesa opulenta y un proletariado en andrajos, o lumpen proletariado.
     Será en este estadio, y gracias a que el socialismo científico (hoy en día, con un desarrollo de la ciencia tan avanzado,muchos de los métodos de Marx se parecen más a la brujería que a rigurosos criterios científicos) ayudará a el proletariado a tomar conciencia de su lamentable situación (dejará de ser “clase en sí”. Su opuesto, la burguesía, era “clase para sí”, mostrando que la toma de consciencia de su particular condición llevaría a la acción), que el proletariado se levantará contra el Estado burgués y lo tomará por la fuerza, imponiendo su dictadura hasta la llegada de la sociedad comunista.
     Sin embargo, y por la necesidad de avanzar apuntando las diferencias del pensamiento de Marx con otros paralelos, debo hacer una parada aquí y retomar en el próximo artículo el diferente devenir que deben tomar los socialistas y marxistas ante esta coyuntura.


   Eduardo José Ramírez Allo.

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