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Tan inteligente cómo tu contrato






Hemos hablado de cómo las divisas basadas en block-chain son increíbles en algo: facilitar las transacciones. Tienes la viabilidad de hacer transferencias mundiales, casi instantáneas, y a un costo bajísimo o incluso inexistente.

Hemos hablado de la conveniencia, seguridad, y los desafíos que se han impuesto en el camino de block-chain, para impedirle llegar al mercado de masas.

Y finalmente, hablaremos de, una cuestión que es genial, aunque, cómo en todo lo que tiene que ver con criptografía, es para dar miedo. Hoy, hablaremos de una de las herramientas dadas a conocer por la comunidad de block-chain, y es probablemente, lo que más odie tu político y tu notario favorito: Los contratos inteligentes.

Perspectiva y contratos


Para bien y para mejor, nuestra civilización ha avanzado de modo que hemos buscado maneras menos rudimentarias de arreglarnos entre nosotros.

En la antigüedad, si deseabas tener una porción de tierra en donde vivir, no tenías muchas opciones, básicamente te asentabas en un lugar que te gustase, y te conseguías unas buenas armas; o de lo contrario buscabas a alguien con armas que te protegiera… o simplemente, vivías de nómada sin poder asentarte por qué no te gustaban los conflictos.

Esto llevó a que la propiedad fuese un medio de represión y dominio para las personas más débiles, con menos recursos y obviamente, peor si eras débil y de escasos recursos.

Posteriormente, y al no querer sufrir estas cuestiones, los humanos fuimos evolucionando y comenzamos a organizarnos en grupos, en donde había alguien (una persona o un conjunto de personas) quién velaba por la seguridad del grupo. Eventualmente, descubrimos las instituciones, hasta llegar al punto de establecer acuerdos entre partes, honrando la palabra; sin embargo, hay gente que no es digna de dichas consideraciones y tuvimos que inventar nuestros sistemas jurídicos, y en fin el resto es historia… llegamos a resolver nuestras diferencias, y evitar malentendidos a través de contratos.

El problema de los contratos que conocemos es que a veces están sujetos a interpretación, una cláusula mal redactada puede darle un sentido de ventaja o desventaja a una o más de las partes involucradas, así cómo también es necesario de ser guiado por un especialista en la materia para evitar malos entendidos, interpretaciones o cuestiones grises.

Un clásico ejemplo que vemos es cuando contratamos el servicio de internet para nuestra casa. Vemos la publicidad fuera de la tienda y dicen: "100 Mbps por $5 USD mensuales". Desafortunadamente, nadie pedimos detalles, solo vemos una buena oferta y hacemos el trámite. El problema es que luego de un mes de uso con nuestro internet de 100 Mbps, nos damos cuenta que en realidad nos ofrece 20 Mbps, hablamos al soporte técnico y después de reclamar nos sale con una de las frases más desafortunadas para aquellos, que viven de internet:

Disculpe, su contrato dice que se le puede otorgar una velocidad de HASTA 100 Mbps, no quiere decir que siempre vaya a navegar a esa velocidad.

Y es aquí en donde queremos maldecir, a la vez de enfurecernos con nosotros mismos por no haber leído el triste contrato de internet, y cómo la compañía lo redactó a modo de tener ventaja.

Otro ejemplo es cuando se compra una casa. En México se da muchísimo el caso de una persona, que compra una casa y al paso de un año llega el recibo del predial (es un impuesto a la propiedad de tierra o terrenos) y resulta que el terreno debe muchos años de predial. Entonces, el nuevo dueño lo debe pagar.

Con todo esto: ¿Los contratos son un sistema diseñado para afectar a una o más partes, en vez de, beneficiarnos?

Pues es aquí, donde entran los contratos inteligentes.

¿Qué son los contratos inteligentes?


Los contratos inteligentes, o Smart Contracts, en inglés, son una genialidad que vino con block-chain.

Reciclando los ejemplos antes mencionados. Imagina, que a través de un software de monitoreo de velocidad de descarga de internet, pudieras decir: "en este punto, me ofrecieron solo 30 de los 100 mbps, por tanto me estás ofreciendo un 70% menos de lo que estoy pagando.", y que dicho software, en automático activara una cláusula específica de tu contrato de internet, en donde la compañía debe reembolsarte un porcentaje de la tarifa. ¿Interesante no?

O, ahora reciclemos el de la casa. Resulta que llega el recibo de predial, y tienes un adeudo de 4 años. Con un software de verificación de predial, podrías poner una cláusula en donde el anterior dueño de la casa, reembolse el gasto incurrido por el predial adeudado.

Básicamente, los contratos inteligentes, tienen esas características. La primera, las clásulas de activan o desactivan según el cumplimiento/incumplimiento del contrato. La segunda, es que son contratos que pueden analizar contradicciones entre ellos.

A grandes rasgos, esto es un smart contract, o contrato inteligente. Al estar en block-chain, es muy complicado de falsificar, muy complicado de corromper, no tendría que estar sujeto a una autoridad para ser válido, con lo que solo pueden involucrarse personas interesadas, no es necesario ser especialista en contratos pues, justamente el algoritmo del contrato puede analizar contradicciones; vamos, que es block-chain.

Tal parece que es la resolución a los problemas del contrato tradicional, ¿cierto?
Pues, no.

Los problemas de los smart contracts


Cómo todo en block-chain, hay desafíos.

El primer problema, es que los gobiernos necesitan el monopolio de la conciliación y el arbitraje para mantener su poder sobre la sociedad. Y ojo, este servidor no es anarquista; sin embargo, la humilde opinión que emite, es que el gobierno a veces mete su pie de más, impidiendo dinamismo en la sociedad, dinamismo que beneficiaría.

El segundo y más grande, es que al depender fuertemente de la criptografía, si un hacker es capaz de descifrar o de hacer que alla colisión de datos, toda la infraestructura y los contratos sobre ella, están vulnerables.

Conclusión


Soy optimista, y en los smart contracts, han crecido cada vez más, conforme se populariza su uso, se vuelve más seguro. Sin embargo, creo que no es momento de descorchar la champaña y mudar todos tus contratos a smart contracts.


Efraín Rentería.

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