Ir al contenido principal

Los principales aspirantes a la candidatura Demócrata a las presidenciales. (I)



      Biden, Harris y Warren.


     Las elecciones norteamericanas del próximo 2020 prometen ser unas de las más emocionantes de la historia de los Estados Unidos. No solo por poder comprobar cuál es el apoyo que va a tener Trump tras la mezcla de éxitos y escándalos que han supuesto hasta ahora su mandato, sino porque desde el Partido Demócrata se presenta una terna inmensa de candidatos (21 hasta ahora) que se diferencian en muchas de sus propuestas en temas sustanciales.

     En estos dos artículos nos centraremos en los tres candidatos que, según los sondeos, más posibilidades tienen de convertirse en el candidato del partido. Y estos son solo tres: Biden, Harris y Warren.
     En este primer artículo nos centraremos en las dos candidatas, y dejaremos para el próximo a el favorito Biden.


                                         Kamala Harris






     La senadora por California fue una de las primeras aspirantes con verdaderas posibilidades de alzarse con la victoria en hacer pública su candidatura.
     De padre jamaicano y madre india, ha impactado fuerte en el electorado inmigrante y las mujeres por su defensa acérrima de ambos. Respecto a los primeros, ofrece abrir una vía pionera para acceder de forma clara a la ciudadanía por medio de una reforma integral de la política migratoria, lo que también cambiaría el estilo a la hora de tratar a los indocumentados ( de corte “ amenazante” en la actualidad, según Harris), especialmente con los menores.
     Harris entiende que detrás de esa fobia a los extranjeros se esconde el rechazo a otras identidades raciales y culturales, aprovechando para entroncar con el discurso mainstream que pretende hacer diana sobre la política de Trump. Según la senadora “ el racismo, el antisemitismo, la homofobia y la transfobia” que han ido al alza dada la influencia que tiene el ejemplo del Presidente sobre los norteamericanos debe ser erradicada.
     No menos impactantes han sido sus manifestaciones (en cuyo contenido también está de acuerdo Elizabeth Warren) a favor de articular mecanismos de reparación ante los abusos que sufrieron negros e indios nativos. Amparándose en el discurso efectista de Ta-Neishi Coates ha sostenido esa tesis pese a que Sanders, con sorprendente buen criterio, hiciera la pregunta del millón de dólares, ¿ con qué criterios y de qué manera se harían tales reparaciones? Si el criterio es el racial y debemos pagar una reparación, ¿ debemos indemnizar a Lebron James? Nadie se ha atrevido a ofrecer una respuesta especialmente detallada al respecto por saber que una cosa es el reconocimiento de una verdad de facto (hubieron abusos) y otra muy diferente creer que ese daño histórico puede ser resarcido con las herramientas de las políticas públicas.


     Su discurso, sin embargo, no pretende centrarse solo en la cuestión identitaria, sino en todas aquellas dianas propias del “ socialismo democrático” (una forma poco imaginativa de los Demócratas para evitar reconocer que, con solo unas pocas pinceladas de actualidad, han copiado el discurso de los partidos socialdemócratas europeos de los sesenta) , como son las mujeres – y su particular visión de lo que creen que son manifestaciones de su libertad- y las clases más desfavorecidas económicamente y las medias.
     Respecto a las primeras, ha apuntado la urgencia de tener una presidenta que, gracias a nombrar a los jueces del Tribunal Supremo – aunque su nombramiento deba pasar luego por el Senado-, pueda impedir que reformas anticonstitucionales (según su criterio) en materia de aborto como las llevadas adelante en Alabama y Georgia puedan llegar a ser convalidadas por el Tribunal y se vayan extendiendo al resto de estados.
     Sin embargo, el verdadero problema al que debe hacer frente en la campaña ( los aspectos que hemos visto hasta ahora responden a alineamientos ideológicos) es cómo lograr enfrentarse a la exitosa política económica de Trump. Ante este dilema, Harris ha decidido tomar la estadística e ir rebuscando hasta encontrar algo a lo que poder agarrarse para cuestionar este éxito. Y es que Harris denuncia que el crecimiento económico no ha tenido un efecto simétrico en mejorar la vida de los ciudadanos, pues muchos de ellos “ no tienen 400 USD para poder hacer frente a gastos imprevistos” ni podrían pagar el alquiler de un apartamento de una habitación con el salaria mínimo.
     Dejando de lado la valoración de estas manifestaciones, es fácil ver hacia dónde se dirige y con qué blanco: quiere ampliar MEDICARE a toda la población (no sabemos si en los mismos términos que la reforma sanitaria de Obama) y aplicar una nueva política fiscal por la que se reduzcan los impuestos a las familias que tengan unos ingresos inferiores a los 100.000 USD y subirlos al 1% más rico.

      El apoyo actual de Harris se sitúa entre el 15% y el 20%, pero dado su carisma y la posibilidad de abandono de candidatos que han usado un discurso muy similar en lo sustancial al suyo, bien podría aumentar el mismo significativamente antes del inicio de las primarias, que tendrá lugar en el caucus de Iowa.


                                   Elizabeth Warren

                 







   La aspirante Warren se ha presentado como la más fuerte representante del ala izquierda Demócrata por méritos propios. A diferencia de otros candidatos cuyas candidaturas se presentan apoyadas por puro idealismo acompañado de unos pocos hechos, Warren se presenta como la presidenta de la comisión parlamentaria que gestionó el TARP y defendió a los ciudadanos de los abusos que en plena crisis de las hipotecas subprime estaban llevando a cabo los bancos, los mismos que necesitaron el rescate.


     Warren era la idónea para llevar a cabo tal tarea, pues a parte de ser especialista en Derecho concursal, no iba a permitir que el programa de compra de activos y acciones resultase en una donación encubierta a los mismos irresponsables que llevaron al país al borde de la bancarrota ( en este momento, de los fondos de TARP han sido ya devueltos casi 2/3 partes y se espera que lleguen a devolver el 100%).
     Pese a que esta podría ser una excelente tarjeta de presentación, lo cierto es que buena parte del público la conoce más por los furibundos ataques que Trump le dedicó a raíz de la defensa que ha hecho la candidata de sus orígenes lejanos, que la vincularían a los nativos americanos. Pese a presentar un análisis de ADN que parece confirmar tal afirmación, Trump, apoyado por medios sensacionalistas y de dudosa credibilidad (como Rusia Today) comenzaron una campaña de descrédito que acabó en el famoso insulto que le dedicó el Presidente por Twitter al llamarla “ falsa Pocahontas”.
     Tal vez, el hecho de que Warren fuera un apoyo firme de Hillary Clinton en las anteriores presidenciales hiciera temer a Trump especialmente a Warren, pero ya es un hecho el que la aspirante Demócrata se ha ganado el apoyo de Markey ( el famoso senador que se enfrenta a el cambio climático como estandarte) o de miembros de la familia Kennedy. Del mismo modo, Trump no olvida que Warren (al igual que Harris) defendió presentar el impeachment a Trump a raíz del informe Muller (recordemos que en el mismo quedó clara la obstrucción que el Presidente promovió de forma activa contra la investigación judicial).
     En el aspecto económico ha tomado una posición semejante a la de Harris y que, a su vez, es la que apadrina Jim Messina, y que va en la línea de denunciar que hubieron unos grandes perjudicados por la crisis (los ciudadanos más humildes) y unos grandes beneficiados (los más ricos) , cosa incompatible con las convicciones de los Demócratas, por lo que hay que revertir dicho efecto.

     A pesar de que Warren se mueve en una horquilla de apoyos semejante a Harris, ha sido la gran perjudicada de la presentación de Biden a la campaña por cerrarle el paso al votante senior y tener un casi nulo apoyo de los millenials dentro del partido.



     Eduardo José Ramírez Allo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Desigualdad y justicia. ¿Puede ser moral vivir con altas tasas de desigualdad?

   En los artículos anteriores de esta serie hemos podido responder a varias preguntas sobre la dimensión realista de la desigualdad, tales como su necesidad para lograr escapar de la pobreza y el que, en las economías de la abundancia actuales, vemos que la misma lleva reduciéndose de forma notable desde la década de los 70.    Sin embargo, una dimensión importante del debate es la temporal, y hay muchos que sostienen que si bien en el pasado pudo ser justificable, ya no lo es: si pudo ser ética en su día para lograr escapar de la pobreza aceptar grandes niveles de desigualdad, ya no lo es.    La visión utilitarista de la ética de la desigualdad pierde gran parte de su ímpetu ahora y, por fin, y especialmente en las economías más ricas del planeta, podemos entrar de lleno en el debate ético sobre la misma.    Contrariamente a lo que suele defenderse desde la izquierda, la ética es un lujo que nos podemos permitir cuando la necesidad no nos atenaza. Tal y como han defendido autores

Más allá del vacío debate ideológico sobre la desigualdad: ¿qué nos dicen los mejores científicos sobre las ventajas e inconvenientes de la desigualdad?

   Como pudimos ver en el anterior artículo, existen muchos argumentos a favor y en contra de permitir grados elevados de desigualdad y no todos tenían el mismo valor: en un tema tan serio como este, los argumentos sensibleros deberían quedar al margen del debate y abordarlo con el mayor rigor científico.    Precisamente eso es lo que han intentado hacer grandes politólogos y economistas, pues es menester conocer las consecuencias prácticas de una desigualdad importante y por qué ocurre que, de forma irónica, son los países que abrazan el liberalismo y la resolución de conflictos que ella propugna -como la negociación y el mutuo reconocimiento como personas con dignidad- las que han permitido llegar a sociedades muchísimo más igualitarias que los países que se declaran abiertamente socialistas.    Sin embargo, y para no dejar para más adelante la respuesta a la pregunta que el lector seguramente ya se ha hecho- si el liberalismo fomenta la igualdad de algún modo, ¿por qué en USA exis

¿ Cómo ha llegado la izquierda a ser tan penosa como lo es en la actualidad? (IV)

     Los orígenes de la izquierda contemporánea.     Hasta ahora hemos visto algunos de los mitos de los que una parte de la izquierda ha intentado apropiarse (cristianismo y humanismo) y sus causas intelectuales profundas y los vicios que de los mismos va a adolecer hasta el día hoy (utopismo y negación del valor de la libertad individual).      En el último artículo pudimos observar que el pensamiento político de Rousseau allanaba el camino hacia la destrucción de los derechos individuales en favor de una visión colectivista del interés común, y solo faltaba llevar esto a la práctica en la esfera política para que una idea disparatada se tornara en realidad e impidiera que el proceso de acumulación (e innovación) de conocimientos que habían tenido lugar desde la Ilustración, con el cuestionamiento por parte de liberales (como Adam Smith y Locke) de las monarquías absolutas, arrojaran en la Europa continental el mismo resultado que en los Estados Unidos y el Reino Unido.