Una de las formas más usuales de medir ciertas dimensiones de la inteligencia es presentar al sujeto de estudio problemas de pensamiento lateral, que exigen del mismo el uso de estrategias heterodoxas para poder resolver determinados dilemas. Lo que la misma exige, básicamente, es un cambio en la perspectiva usual y convencional del problema para poder entender a plenitud la naturaleza de este y sus posibles soluciones, que al ser extrañas para las personas adictas al pensamiento lineal, pueden llegar a ser bastante impresionantes. La política no es una esfera diferente en este sentido: nos enfrentamos a una cantidad sobresaliente de informaciones e interacciones entre agentes que hacen fácil perderse en el mare magnum de las mismas sin entender su estructura profunda y el significado de las mismas, y solo usando el pensamiento lateral podremos escapar de las tentativas de los medios de comunicación (y de los comunicadores singulares) de seguir el pensamiento lineal que a ellos intere